Hablamos con José Fernández Fernández

04 marzo 2011


Nombre: José por mi abuelo, Fernández por mi padre y Fernández por mi madre.

Edad: Nací en una tarde de toros de la feria de Nuestra Señora de las Mercedes, allá por el 1959.

Natural de: Pozoblanco, vuestro pueblo y el mío.

¿De dónde viene su pasión por la Semana Santa?

De los valores cristianos y devocionales que me inculcaron mis padres (y los Salesianos) desde pequeño y que un día, cuando descubrí en San Antonio a mi Hermandad de la Merced, aprendiendo a vivir en hermandad, me hicieron avivar nuestra fe con la pasión, afición y devoción que se desprende de nuestras hermandades y cofradías de penitencia.

¿Cuál ha sido tu trayectoria “cofrade” por el mundo del costal hasta hoy?

Iniciamos nuestra andadura en el verano del 77, con un paso prestado y una cuadrilla de amigos,-que entonces-, por su perfil y cantidad, más parecía más una pandilla. A partir de ahí todo fue emoción, devoción, riesgo, precipitación…locura y generosidad. Y de aquellos lodos vinieron estos “logros”. No he conocido un camino más difícil, apasionante y gratificante como el que iniciamos en aquella chicota estival. Mi dedicación ha sido casi en exclusiva hacia mi hermandad, con la que he realizado treinta lunes santos en cuadrilla. Por señalar alguna de estas excepciones cabe señalar, la puesta en marcha del Corpus a costaleros, pequeños y mayores, de la entrañable localidad de Encinasola (Huelva), donde viví, conviví y trabajé algunos años.

¿Qué momentos son los que más te emocionan o los que más te sorprenden al ver un paso pasearse por cualquier calle que se precie?

¡Son tantos que el corazón los delata! Desde las expresiones y emociones, no siempre contenidas, de la gente que mira, llora, canta, o reza y que siendo un poco observador, sensible o sentimental te transmiten y te impresionan, viendo y confirmando la dimensión de lo que hacemos o provocamos. Hasta el gesto de sufrimiento, bienestar o entusiasmo de cualquiera de los de abajo, con los que en todo momento te sientes unido. Y qué duda cabe que en aquellos instantes donde nuestra tarea deja de ser un trabajo físico para convertirse en una obra artística y espiritual, donde la exquisitez del compás y del movimiento te hace sentir bien, grande y elegido por Dios. En estos instantes, sublimes y no abundantes, me gusta re-transmitir por el respiradero del costero lo que ellos mismos están provocando y sintiendo.

Actualmente, ¿Cómo valoras el momento por el que pasa tu cuadrilla de La Merced? ¿La evolución es necesaria o debemos quedarnos con lo mejor que tengamos hasta el momento?

Creo que tenemos que darle gracias a Dios por habernos permitido llegar hasta dónde estamos y en las condiciones que estamos. Dicho lo cual no significa que hayamos alcanzado ninguna meta. Esto es una carrera muy larga, que incluso han de venir otros a continuarla. Hay que renovar y ampliar la exigencia que implica este puntual buen momento. Hay que seguir, pero hay que seguir cada vez mejor. Sería, entre otras razones, una falta de respeto el no corresponder a las posibilidades y potencialidades que se te brindan. Lo que uno no puede es dejar de mirar atrás para reconocer, y admirar en muchos casos, de dónde venimos y dónde estuvimos. A partir de ahí, amar, soñar y mejorar; amar, soñar y mejorar.

¿Cómo definirías a la figura del costalero como tal?

La pregunta es para llenar el blog. Pero voy a hacer un esfuerzo de síntesis: amor. Todo lo demás llega, se alcanza o se busca. Ya lo dijo San Pablo a los Corintios (y a los costaleros), si no tengo amor no soy nada. Hay que amar, necesariamente, lo que se hace y lo que se busca. Si a eso le llamamos devoción, estupendo. Si a eso le ponemos afición, fenomenal. Si a esto lo definimos como servicio, admirable. Si todo ello lo podemos aunar, i-de-al. Es cierto que cada cual tiene su prioridad y todas son aceptables y respetables; siempre y cuando no se excluyan o se renuncie por completo a las otras opciones.

En lo que sí debiéramos coincidir es que la figura del costalero es un don y un privilegio que se nos concede y que como el tesoro escondido y encontrado hemos de conservar, respetar y aumentar en la medida de nuestras posibilidades, si cabe.

¿Autentico costalero o costalero auténtico?

No entiendo del todo bien la pregunta, pero me voy a salir por la tangente. Aunque no todo vale, todos somos necesarios en esta viña. La unidad de criterio y de valores es casi una utopía. La diversidad no tiene porqué dividir, más bien enriquecer. Así es que cada uno sea coherente con su opción y, eso sí, en cuadrilla y en acto de servicio debe manifestar y respetar la unidad y la cohesión.

¿Podríamos decir que uno de los secretos mejor guardado del capataz en general, es la psicología?

Puede ser. Según el caso también. Lo que está claro es que para ejercer y asumir esta gran responsabilidad hay que estar dotado de ciertos valores y fundamentos. Otra cosa, aunque en estrecha relación, serán las estrategias que se empleen para conseguir los objetivos.

Entre las virtudes más convenientes y necesarias destacaría: el don de gentes, la empatía (si es posible, además, con simpatía), el conocimiento de lo que nos ocupa, el respeto por la salud y el bienestar de la gente de su cuadrilla, etc. Claro que interviene la psicología, en esto y en todo. Hay que saber ganarse la confianza y el respeto para luego utilizarlos a tu favor, que no es otro que el bien de la cuadrilla, claro.

¿De qué manera entiendes la iguala? ¿Hay que darle valor como un día festivo, de convivencia… entre compañeros o el significado y sentido de la misma conlleva a algo más?

La igualá será lo que queramos que sea, pero por encima de ello está lo que es; es decir, un procedimiento indispensable y difícil por el que configuramos la distribución de alturas y de costaleros en la cuadrilla. La clave no está sólo en medir bien, eso ya lo hacen los metros; si no en ir poco a poco determinando las condiciones más idóneas, de altura y de gente, para esa parihuela y para esa hermandad. Lo que ahora no se tiene, cuando menos, hay que buscarlo. No podemos ni debemos aceptar, porque sí, la realidad. Ésta se puede cambiar, o al menos ajustar, para conseguir lo que se quiere. Esto es lo que hay, de acuerdo, pero también, esto es lo que yo quiero, o esto es lo que nos conviene. Todo este entramado se va buscando y depurando en la igualá. Si además, le ponemos fiesta y convivencia, estupendo, pero después, no a la vez.

¿Cuál es tu parecer sobre la formación para costaler@s y capataces? ¿Es necesario o son modas?

No niego que hay cierta tendencia o moda en la adquisición de conocimientos y de experiencias por vía mediática. Este afán no siempre es bueno; al menos hay que regular, compensar y combinar lo que se aprende con la experiencia propia. Desde luego que la mejor formación es la que te aporta tu vivencia, tu exigencia, tus compañeros, tu capataz (al que se le debe exigir que sea maestro, aún sin oposiciones). La abundante y fácil difusión de la información actual enriquece, evidentemente, nuestro objetivo; pero, ojo, también nos “globaliza” en exceso. Hay fundamentos que son comunes y básicos, y también formas que deben personalizarse e identificarse con la cofradía o el lugar. Existe un matiz complicado en esta materia. Sea como sea, y venga de donde venga, en conclusión, estamos obligados a ser cada día mejores, y si es posible, en lo nuestro y con lo nuestro.

¿Los relevos deben de ser premiados con ensayos o cuando hay posibilidades se deben ajustar a una igualá madurada anteriormente en el papel?

Sólo entiendo y comparto la teoría del esfuerzo, del buen gusto y de la calidad del trabajo que realizamos. No puedo aceptar que nadie esté exento o exenta de esas premisas, en todo caso, para eso se ensaya, para adquirirlas. A partir de ahí, si alguien adolece de ellas, debe ser el capataz quien actué en consecuencia. Es decir, su competencia, autoridad y responsabilidad, como el que entrena (aunque la comparación es poco acertada), son las que deben decidir en cada caso y momento lo que debe prevalecer. No siempre debe imperar la actitud y el esfuerzo por encima de la capacidad, ni viceversa. Habrá que estudiar cada uno de los casos. El costalero o costalera no deben exigir una contraprestación a su esfuerzo y dedicación; quizás en este caso estaríamos practicando otra forma de profesionalismo, mal entendido, claro. Me inclino porque, en su lugar, sea el capataz quien exija el cumplimiento del deber, previamente elegido y comprometido. Un costalero o costalera que no ensaya, sin justificación, no se merece el honor no ya de salir o entrar, sino de sentirse costalero o costalera.

Te hemos podido ver en Mayo por Pozoblanco con el botijo propio del “aguaor” ¿Qué sentido tiene para ti un “aguaor” de nuestra Semana Mayor?

Para mí es realmente agradable y predilecto el poder aliviar la sed y el esfuerzo costalero. Pienso que es un servicio humilde y grande a la vez, como todas las cosas pequeñas. Se disfruta tanto consolando, animando y refrescando las gargantas y el espíritu que, sinceramente, es un lugar privilegiado de la cuadrilla. Además, gracias a ello he podido acercarme a mi sitio y a mi gente. Qué menos que corresponder con un sencillo gesto a quien tanto te ha dado (Salesianos, Mª Auxiliadora) y tanto te ofrece (el cariño de tanta gente buena como son esa cuadrilla de Gloria). Sólo tengo que dar las gracias porque sin saberlo me estáis dando mucho más de lo que ofrezco. No estaría de más que los costaleros, las costaleras y los capataces hubieran de tener en algún momento esta experiencia para descubrir otros valores, por si ya eran pocos.

Una marcha:

Imposible reducirse tanto a tan poco. Me dicen algo especial, entre otras muchas: Virgen del Valle, Macarena de Cebrián, Saeta Cordobesa, Nuestra Señora de Luna, Reina de San Román, A Ti Manué, Virgen de La Merced… Entended la cantidad y la exclusividad mariana de las mismas.

Una Virgen:

¡Qué pregunta! Una: Nuestra Madre y Señora de la Merced. Más: Nuestra Virgen de Luna. De más lejos: Macarena. Aunque en honor a la verdad todas son UNA.

Una calle cofrade:

Mayor de Santa Marina con el Colodro al fondo.

Un sueño:

Salir cada Lunes Santo con mi Hermandad, con su cuadrilla y con mi familia en Estación de Penitencia.

Una cuadrilla:

¡Qué pregunta! La del paso de palio de mi Hermandad de la Merced; por cierto, estamos muy contentos, pero nos gustaría ser mejores.

Un Cristo:

El de todos, que por aquí le llamamos de La Coronación de Espinas. Reconozco que hay veces que también me gusta contemplarlo con la cruz al hombro, o crucificado, o ¡Resucitado!

Una flor:

El clavel blanco y la que le tiran en forma de pétalos desde los balcones y desde el corazón.

Un momento especial:

Un momento no, el momento: cuando estamos delante de Jesús Sacramentado en el Convento del Colodro. La llegada a la casa franciscana de la Cruz Blanca, tampoco parece de este mundo. Y las chicotás restantes no son especiales, son únicas.

Un día especial de cuaresma:

El primero, Miércoles de Ceniza; el último, Domingo de Ramos y los 38 restantes; sin prescindir de la semana posterior.

Para Terminar…

Dar las gracias por esta invitación.

Aclarar, aunque no se haya hecho presente, que este humilde personaje no sería nada de lo poco que es sin el complemento, sin la ayuda y sin la compañía indispensable e insustituible de mi hermano Sebastián.

Pedir disculpas por la extensión de mis respuestas.

Desearle a mi pueblo, a su Semana Santa y, en particular, a sus cuadrillas de costaleros y costaleras, todo lo mejor.

Felicitar a mi amigo, pariente y costalero Juan José por el esfuerzo que realiza para hacer más grande nuestra Semana Santa.

Reclamar y desear que el costalero y la costalera encuentren su valiosa razón de ser, eligiendo lo importante, que en definitiva no es sino llevar a nuestros Titulares en nuestro corazón antes que en nuestros pasos.

Un abrazo

2 comentarios:

JOSE ANTONIO MILLA ORTIZ dijo...

GRANDE PEPE.Maestro, eres grande donde la razón no entiende de modas, de maneras de andar o de mandar, eres grande donde todas las cosas pequeñas de este bendito mundo, cobran toda su importancia, GRANDE EN EL CORAZÓN. Gracias por otra muestra más de grandeza. Siempre HASTA EL FINAL CONTIGO, MAESTRO.

Anónimo dijo...

Que grande es, me deja anodadado gran maestro como dice Milla, con gente como el esta semana grande se enorgullece, Pepe Gracias.

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